La raya con Portugal, Patrimonio de la Humanidad
Como hemos apuntado antes, la vertebración de los territorios fronterizos a lo largo de la frontera hispano-lusa no sólo se manifiesta mediante las sucesivas implantaciones de fortificaciones en la parte española sino que en la parte portuguesa sucede otro tanto con la característica de que a cada fortificación de un lado de la raya le corresponde su opuesta al otro. En palabras de un autor portugués, estamos ante una frontera de ojal y botón, un territorio que queda abotonado mediante la sucesiva oposición de plazas fuertes y poblaciones españolas y portuguesas. La raya hay que entenderla pues a ambos lados de su traza y en toda su longitud.
En todo caso, como se destaca en otros pasajes de este trabajo, es la malla de relaciones entre los pueblos y habitantes de esta faja fronteriza la que confiere a este territorio su verdadera vertebración. Esta gran red, muy tupida en otro tiempo, intensa en periodos de paz, latente en periodos de conflictos, es la que se debe recuperar en sus valores culturales y antropológicos (no sólo en los económicos) en último término. Es en este punto donde la significación del patrimonio de la arquitectura defensiva de la raya/raia puede impulsar dicho objetivo. Con ello, la organización territorial impuesta por los poderes centrales de ambos reinos en los siglos XVII y XVIII servirá de apoyo, mediante la creación de itinerarios culturales, a la puesta en valor de la endémica y homogénea malla de relaciones fronterizas.
El enorme patrimonio de arquitectura defensiva, de una notable homogeneidad estilística, es lo que más resalta en un recorrido visual de la frontera. No obstante ya hemos resaltado las otras manifestaciones no tan patentes en una primera aproximación y que son las derivadas de una forma de vivir fronteriza en la que los terrenos mancomunados o arrendados a un lado y a otro de la raya eran frecuentes (recordemos la Dehesa de la Contienda entre Aroche, Encinasola y Moura), el idioma de cada lado se teñía del habla del que habitaba enfrente hasta el punto de alcanzarse dialectos como el barranqueño hablado en el territorio entre Barrancos y Encinasola, o formas de comercio calificado como “contrabando” por el Estado pero que a fin de cuentas manifestaba unas formas sociales de comportamiento que, alejadas de las decisiones de las respectivas coronas y específicas de estas zonas periféricas, eran las que les permitían subsistir.
Todo esto dibuja un paisaje histórico, cultural y antropológico cuyo valor ha hecho que se inicie el expediente para proponerlo como Patrimonio de la Humanidad a la UNESCO. Esta iniciativa parte fundamentalmente de la portuguesa Elvas (recientemente declarada a título individual en 2012) y la pacense Badajoz. La razón de que la iniciativa se localice en estas dos ciudades es que fueron la cabecera de un territorio fronterizo, verdadero campo de Marte en el camino entre las cortes de ambos reinos, en el que las confrontaciones del siglo XVII tuvieron su máximo desarrollo dando lugar por tanto a la concentración de un notable patrimonio de arquitectura defensiva. La raya entre España y Portugal fue, por otro lado, germen de fronteras globales, exportando la forma de entender su defensa allá donde las soberanías de estos dos reinos y sus aliados entraban en disputa por el mundo, siendo por tanto unos de los puntos de vista más acertados para comprender su verdadero significado.