Ayamonte - El enclave
fábricas no eran de tapial sino de ladrillo, con lo que resistieron mejor el paso del tiempo y el embate del terremoto de 1755.
El siglo XVIII acaba con los proyectos que Ciriaco Galluzo y Páez (1793), Mauricio Rodríguez de Berlanga (1797) prepararan sobre la batería de Las Angustias. El primero ponía a punto parapetos, rampas, alguna dependencia y la defensa de la entrada. El segundo proponía convertir a barbeta dicha batería de forma que las piezas pudieran disparar sin el estorbo de tener que asomar por las troneras, descubriendo mejor el territorio circundante tanto enfilando directamente a Portugal como a los barcos que pudieran subir por la barra de la desembocadura del río.
El siglo XIX aporta la última información gráfica de la que disponemos. Tras el paso de la Guerra de Independencia J. María Lloret levanta en 1811 unos croquis sobre el castillo (que llama del Salvador) y la batería de Las Angustias. Juan Jaldón muestra en 1816 el estado en que se encontraba el castillo de Ayamonte. Sus ruinas sólo albergaban un par de estancias con interés: el almacén de pólvora y pertrechos y el cuerpo de guardia. El resto lo daba por perdido e incluso señala en color amarillo los tramos que debían demolerse por representar un serio peligro para las edificaciones que pretendía mantener.
En 1827 Pedro de Aguado prepara un plano descriptivo de la desembocadura del Guadiana representando ambas orillas. Llama la atención el cuidado que nuestro vecino portugués había puesto en la defensa de su ribera mientras que las ayamontinas se reducían a las ya conocidas de su castillo, prácticamente en ruinas así como su hornabeque (que aparecen cortadas por el margen derecho del plano debido al poco interés que reclamaban) y la batería de Las Angustias, el único elemento defensivo que conservaba su valor estratégico. Hay que tener en cuenta que la construcción de Vila Real de Santo António había desplazado el centro de gravedad del poblamiento hacia el sur, dejando prácticamente sin función las defensas de Ayamonte, tanto más cuanto los parajes del Salón (pantanoso) y Punta de Canelas (arenoso) estaban deshabitados existiendo sólo la Hacienda y la torre de Canelas, ésta junto a la costa, indicándose como Punta de San Bruno el