Sanlúcar de Guadiana - El enclave
actuar. Se construyeron nuevas murallas apoyándose en las preexistentes, reutilizando los materiales procedentes del derribo de las torres cuadrangulares. También se cegaron los accesos bajomedievales y se dispuso uno único en el centro del lienzo norte. Acaso la poterna que localizamos hoy día en el lienzo de poniente corresponda también a esta fecha que, aparte de permitir un acceso rápido en dirección a la población, permitiría la evacuación de las aguas pluviales de la mitad occidental de la plaza de armas.
Esta era la situación aproximada del enclave cuando surge el levantamiento portugués de 1640. La forma de la fortificación se asemejaba a la de un cuadrilongo alargado adaptado a las condiciones topográficas del cerro y a las preexistencias medievales, con una torre-cubo en cada esquina, una plataforma artillera mirando a Alcoutim y unas construcciones interiores de las que no tenemos datos pero que podrían ser el aljibe que hoy es el polvorín y algunas de las dependencias anexas en la plaza de armas. La excesiva distancia que, como hemos comentado antes, separaba este enclave de la población, del río y de la oponente Alcoutim hacía muy poco eficaz su artillería y ello fue el motivo de que hacia 1642 se construyera delante de la iglesia parroquial una batería, conocida como fuerte de San Gerónimo, para así oponerse con mayor eficacia a la acción de la artillería portuguesa emplazada en Alcoutim.
La pobre situación económica de la corona y la poca atención prestada a la frontera lusa hasta casi el final del conflicto nos hace pensar que esta era la situación de Sanlúcar de Guadiana cuando en 1666 tropas portuguesas vadearon el río más allá de la curva del Guadiana que es visible desde el castillo, recorrieron el territorio situado al norte del enclave ocultas por los montículos que por ese lado lo rodeaban y, emplazando artillería en el cerro de Santa Catalina (hoy ocupado por un repetidor de telefonía y televisión), batieron y tomaron el castillo.
La ocupación del castillo trajo como consecuencia la necesidad de reparar los desperfectos causados por el asedio, el cual afectó principalmente a la torre-cubo nordeste y a aumentar las defensas de la propia fortificación ahora que conocían sus puntos más débiles. El arte de fortificar