Sanlúcar de Guadiana - El enclave
en el plano aunque por entonces estuviera arruinado. También observamos cómo Alcoutim, a diferencia de Sanlúcar, protegía su caserío no con un fuerte en lugar destacado sino con una muralla de traza medieval que lo rodeaba, si bien se observa la modificación del frente fluvial dotándolo de tres pequeños baluartes. Fovet comenta someramente las defensas de Alcoutim dotadas “…con una bateria hecha con faxinas de seis piecas de cañon en forma de baluarte […] con la qual pueden hazer mucho daño no estando (más) que a doscien(tas) y veinte tuesas de San Lucas y la ve en anfiteatro…”
La eminente situación del fuerte de San Marcos, lo escaso de la población y las malas comunicaciones de ambas poblaciones con sus respectivos reinos hacían que, para Fovet, las defensas fueran suficientes sin más que unas labores de reparación. Para ello propuso el arreglo de las dependencias interiores (cuarteles, horno de pan y cuerpo de guardia), retejado del resto, la construcción de un nuevo polvorín abovedado, agrandar el aljibe y, ya en el exterior, reparar el parapeto del foso. Al igual que en Paymogo y Puebla de Guzmán, en San Marcos volvemos a encontrarnos con unos cuarteles de los que los informes de Octaviano Menni de 1669 no daban cuenta, y por ello pensamos que su origen debe buscarse en una decisión general para reforzar las plazas de la frontera con motivo de la Guerra de Sucesión (1701-1713). En el caso de San Marcos encontramos el cuartel de la tropa, edificio de planta cuadrangular con patio central alrededor del cual se situaban tres galerías para la cocina y estancia de la tropa, la cuarta se destinaba a cuerpo de guardia y una crujía adosada a mediodía con almacenes y un horno de pan. El segundo cuartel era el de artilleros, un sencillo volumen exento situado delante del polvorín y muy cercano a la plataforma artillera sur. La factura de estas dos construcciones destaca del resto de las edificaciones por su claridad funcional, traza y calidad de ejecución.
Los siguientes datos que tenemos sobre San Marcos nos llegan de la mano del ingeniero director Ignacio Sala quien en 1741 proyecta lo que él llama una plaza baxa que no es sino una media luna (también denominado revellín en otros escritos) que, modificando algo la construida por los portugueses 75 años antes, pretendía aumentar los fuegos a poniente del enclave y sobre Alcoutim